jueves, 25 de noviembre de 2010

Tolerancia cero contra los cobardes maltratadores

A María -permitidme que la llame así aunque no es su nombre real- cada vez que me cruzo con ella por la calle se le pone una sonrisa tímida y un poco desvaída. Ella sufrió lo que ninguna mujer debe padecer, la violencia de un hombre que la maltrató física y psicológicamente. Gracias a la ayuda de familiares, vecinos e instituciones, María ha rehecho su vida, pasea por el municipio con uno de sus hijos y parece haber olvidado los malos tiempos. Sin embargo, su sonrisa me dice que aquella herida aún no ha cicatrizado.

Algunas mujeres como María han tenido el cobijo de esta casa de todos que es el Ayuntamiento. Con María charlé en varias ocasiones y en otras muchas más recibió el apoyo de esos profesionales que evitan que la cifra escandalosamente alta de mujeres maltratadas no siga aumentando. Cuando veo a mujeres como ella sé que nuestro esfuerzo no es baldío, pero también reconozco que tengo que seguir trabajando más y mejor por todas las que se topan con la barbarie, como fue el caso de la joven Silvia.

Este Ayuntamiento, y por supuesto yo como alcalde, no vamos a parar hasta ver erradicada hasta la última brizna de violencia machista. Mi compromiso es mayor cada año, cada mes, cada día y no sólo con motivo, este 25 de noviembre, Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Este día, eso sí, nos sirve para mostrar públicamente nuestra oposición a esta lacra. Por ello, la semana pasada aprobamos en el pleno municipal una Declaración Institucional en la que mostrábamos nuestra repulsa, nuestro rechazo frontal a este tipo de violencia especialmente cobarde.

Nuestro objetivo está claro y para ello impulsamos políticas de educación para la igualdad en centros escolares, desarrollamos acciones que sensibilicen a esas capas de población aún permeables a estas prácticas terribles, y muy especialmente, nos esforzamos en dotar de recursos a todas aquellas instituciones y organismos que defienden a las mujeres cuando se hallan en esa situación de extrema vulnerabilidad.

Cuando me cruzo con María, siento que algo bueno hemos hecho y, al mismo tiempo, me crece la insatisfacción por no haber logrado evitar hechos como el que hemos vivido hace unas semanas. La muerte de una mujer de solo 16 años es muy dura de asumir. La violencia siempre es estéril, pero cuando se genera desde la desigualdad más brutal se transforma en una acción vil y execrable.

A esos cobardes sin límites, que se sienten tan poderosos atemorizando a una persona indefensa, les tenemos que parar entre todos. Tolerancia cero con ellos. Porque como decía el poeta argentino José Hernández: “Sólo los cobardes son valientes con sus mujeres”.

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