viernes, 28 de enero de 2011

No vaya usted a enfriarse

Esta semana los socialistas y, desde luego, todos los madrileños revivimos un poco el luto que supuso el adiós de Enrique Tierno Galván, el Viejo Profesor. Aquel político, pensador, intelectual tan serio, tan formal, tan asiduo del traje gris y tan progresista, tan moderno, tan cercano al pueblo. Aunque pueda sonar algo nostálgico, quiero rendir un homenaje admirado a la figura de un político excepcional que logró mantener el equilibrio entre su pensamiento y las obligaciones que impone la política del día a día.

Tierno, que era capaz de hablar con fluidez en latín con el Papa, se sentía como en casa liberando patos en el Manzanares o inaugurando las fiestas de San Isidro en la Pradera. El Viejo Profesor sacaba a pasear su discurso de docto catedrático con el mismo desparpajo que se juntaba con una muchedumbre de rockeros. Así era este político singular, en una España en la que aprendíamos a ser más demócratas. Tierno encarnó como pocos ese espíritu de respeto a las otras ideas, expuso con acierto el concepto de renovación de un Madrid que aún olía a dictadura, asumió el liderazgo de un progresismo que caló entre los madrileños de toda condición.

El Viejo Profesor ofreció lejos de las aulas clases magistrales inolvidables. En épocas de Gürteles y Guateques, recobran actualidad frases como la que pronunció en su día: "Los bolsillos de los gobernantes deben de ser de cristal". En épocas de ciudades deshumanizadas y llenas de humos se recuerdan sentencias como esta: "Todos tenemos nuestra casa, que es el hogar privado; y la ciudad, que es el hogar público". O sea de todos y para todos.

Aquel Madrid, hace más de 25 años, era una ciudad con mucho por hacer, pero con valores que se han ido desenfocando. El compromiso vecinal, la crítica sin estridencias, el respeto ante lo diferente... Aún recuerdo cuando en televisión se podía dialogar. Qué diferencia entre programas como La Clave y algunos que se programan hoy en día.

Y sin embargo, aquellas cosas que pueden parecer tan serias y tan trasnochadas no han perdido, como el pensamiento de Tierno, su vigencia y modernidad. Y por ello las quiero reivindicar desde aquí. El Viejo Profesor siempre hizo gala de un conocimiento exquisito de las necesidades de los madrileños, incluso las que no le eran próximas por edad y formación. Tierno supo conjugar su porte de profesor ajado, sus gafas de circunspecto doctor y su percha tradicional con un humor fino y de requiebro. Para el recuerdo queda la anécdota de los premios del diario Pueblo. Poco antes de ser elegido alcalde, Tierno entregó a una de las musas del destape, Susana Estrada un premio de aquel periódico ya desaparecido. La actriz se presentó con un pecho fuera, toda una provocación para aquellos tiempos. La tensa situación la solventó el dirigente socialista con una frase para el recuerdo: "No vaya usted a enfriarse".

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