viernes, 25 de febrero de 2011

Libia, libre, libro


Ni la vieja Europa ni los modernos Estados Unidos supieron prever el movimiento democrático que el pueblo árabe ha puesto en marcha llevándose por delante regímenes tan poco recomendables como recomendados por la UE, los EE UU y la ONU.

Ben Ali, Hosni Mubarack... y ahora Muamar el Gadafi. De sabios es reconocer los errores, como hizo el otro día Carme Chacón al admitir que "Europa ha sido demasiado benevolente con Gadafi". Libia está sufriendo el delirio de un tirano al que se le perdonaron demasiadas cosas demasiado execrables. La tarea de laminación que ahora ha emprendido contra su propio pueblo es solo el ejemplo.

Lo interesante de este movimiento es cómo los aires de libertad y democracia no son controlables. Aquí, hace más de 30 años supimos dar una lección de cómo enterrar un pasado gris para encarar un futuro prometedor. Y todo con diálogo y sin pistolas. Ahora, que se conmemoran 30 años del intento golpista de involución, asumamos que lo que fue positivo para nosotros lo será para otros. Que los golpes siempre causan unos hematomas que solo se curan con bálsamos de libertad.

Libia empieza a sentir cómo las democracias de más rancio abolengo condenan a Gadafi y se inclinan por apoyar a un pueblo que demanda más libertad y menos diplomacia esa pléyade de notables a la que retrató Napoleón: "La diplomacia es la policía en traje de etiqueta". Pues seamos consecuentes.

Porque Libia queda lejos, pero sus problemas son universales. La libertad, la democracia, la tolerancia, la convivencia, el respeto al diferente... Apoyemos una Libia democrática y recurramos a alguien que fue atropellado por el totalitarismo, la guerra y sus excesos. Recordemos las palabras de Miguel Hérnandez en "El Hombre acecha", recordemos los versos declamados por Serrat poniendo voz al poeta maltratado: "Para la libertad, sangro lucho pervivo (...)". Por una Libia (y un Egipto y un Túnez y...) libre, por un libro y un poeta universal, por unos valores innegociables.

viernes, 18 de febrero de 2011

Más ocio, más servicios, más Parla

El pasado fin de semana estuve en Sevilla con muchos compañeros. En el viaje de ida iba cavilando, a 250 kilómetros por hora, de cómo te atropella el tiempo y de la cantidad de cosas que uno quiere impulsar.

Por eso quiero aseguraros que aunque algunos estén en campaña, un periodo que lamentablemente cada vez se prolonga mas, a mi la campaña me coge trabajando. No voy a perder ni un minuto, no voy a ahorrar ni un gramo de esfuerzo en seguir apostando por esta gran ciudad, en hacerla más acogedora, en dotarla de más servicios, en hacerla más Parla.Desde hace varios meses, ideamos el Plan Centro del que ya os he hablado en alguna ocasión, por ejemplo, con motivo de la regeneración del complejo Humanes. Esa es una línea de acción, recuperar las zonas que el tiempo ha deteriorado.

Pero hay otra faceta de este plan que me parece vital: dotar a la ciudad de infraestructuras de ocio de calidad. "¿Por qué tengo que salir de Parla para ver Avatar?", me preguntaba hace unos meses una vecina. Y tiene razón. Hay una parcela, junto a la Casa de la Juventud, destinada a la creación de un centro comercial, de ocio y restauración que cubra esas necesidades. Es una vieja reivindicación de muchos parleños que será una realidad.

En esta misma línea, queremos reactivar el pequeño comercio en el núcleo central del municipio. El antiguo cuartel de la Guardia Civil, enfrente de la Casa de la Cultura, será ocupado por un mercado dedicado al comercio tradicional, al de toda la vida, que tanta demanda tiene en nuestra ciudad. Además, en la parte trasera de esta Casa de la Cultura, se construirá un aparcamiento subterráneo y en superficie se instalará otra zona comercial que dinamice la zona.

Ese área, además, se va a regenerar como un foco de ocio de calidad. La diversión nocturna debe de ser respetuosa con la vecindad y en ese sentido la zona de la calle Torrejón ya fue declarada "espacio protegido contra ruidos". El paso que ahora damos pretende impulsar un cambio en el modelo de ocio. Para ello apoyaremos con incentivos a aquellos empresarios que decidan invertir en negocios que rebajen la saturación medioambiental que sufre la zona. No se trata de acabar con el ocio nocturno, si no hacerlo más atractivo, más diversificado y más amable.

Estas iniciativas, junto a otras que estudiamos, como peatonalizar alguna calle céntrica, pretenden hacer de Parla una ciudad más disfrutable, más vertebrada, más acogedora y, a la vez, esta líneas de actuación van a servir como motor de la actividad económica. Crecimiento, sí, pero sostenible. Nada que ver con el modelo de especulación y burbujas que propugnan otros idearios.

viernes, 11 de febrero de 2011

Pico y pala. Pico y Parla.

Hora del café. Un bar cercano al Ayuntamiento y cinco minutos de tregua que me concedo antes de una reunión que vaticino intensa y espero que no muy larga. Estoy en el último sorbo, ese que siempre es un poco más dulce porque concentra más azúcar, cuando me atraganto sin remedio. "Todos los políticos son iguales: mucho pico y poca pala", dice un cliente justo antes de pagar y salir por la puerta con gesto airado.

Acabo de descubrir que se refiere a la visita que esa misma mañana hizo Aguirre a Parla en su calidad de presidenta del PP regional y en la que algunos correligionarios la recibieron con el lema de “pico y Parla”. Desde luego, no estoy de acuerdo en que todos los políticos seamos iguales. Sí admito que algunos, como Aguirre, son de mucho pico, de poca pala y de menos Parla.

Para que no se me diga que son afirmaciones gratuitas, ahí van algunos números, esos que engañan poco. La Comunidad de Madrid ha invertido cuatro millones de euros a través del Plan Prisma en Parla en la última legislatura. El gobierno central, casi 30. El Ayuntamiento, más de 12 de forma directa y mucho más a través de la iniciativa privada. Los datos son elocuentes.

Aguirre ha negado el pan y la sal a este alcalde (y a otros muchos del sur), pero lo más relevante es que ha negado el pan y la sal a los parleños por haberse expresado en la urnas libremente. La frase que le dijo Aguirre a su candidato en Parla fue reveladora: "En Parla tenemos el peor resultado del PP en una gran ciudad de Madrid". Y esa afrenta no nos la ha perdonado la presidenta regional.

Los únicos que, de verdad, han estado con pico y pala muchos años en las calles, en las asociaciones, en los colegios, en las bibliotecas, en los mercados... de Parla han sido los miembros del gobierno municipal. Los que han conseguido que haya un tranvía moderno y ecológico; los que han arrancado la construcción de un hospital; los que han impulsado desarrollos urbanísticos modernos como Parla Este y el PAU-5... Eso sí que es estar con el pico y la pala.

No todos los políticos somos iguales. Unos venimos con el mono de trabajo todos los días a aportar nuestro esfuerzo para que la ciudad mejore y se modernice. Otros sólo miran los resultados electorales. Son los que tienen mono de poder, los que le dan mucho al pico porque no han cogido una pala en su vida. Y menos, en Parla.

viernes, 4 de febrero de 2011

De políticos consecuentes y sus consecuencias

Hoy empiezo con una confesión: las redes sociales enganchan. Tanto que el otro día me tiré ni se sabe el tiempo leyendo las diversas opiniones sobre la mala asistencia que están prestando las ambulancias en Parla. Más embobado debí quedarme cuando leí que algunos pedían y otros acusaban al Ayuntamiento de este mal servicio. Y digo que debí quedarme perplejo porque en ese momento entraron en el despacho y la pregunta fue: ¿Qué te pasa, Alcalde? ¿Estás bien? Y yo pensando: Pues después de lo que he leído más me vale, porque no voy a confiar mucho en el servicio sanitario de emergencias.

El caso es que volvimos a poner el foco sobre este asunto, que viene de lejos, y vimos que no ha mejorado. Nuestros reiterados llamamientos a la Comunidad de Madrid han caído donde suelen, en el limbo, y los parleños seguimos reclamando lo que es justo: un servicio sanitario eficaz y eficiente. Es la Comunidad de Madrid la única competente en el aspecto de la asistencia Sanitaria y, por tanto, la única capacitada para ofrecer ese servicio con calidad.

Este Ayuntamiento destina casi un tercio de sus recursos a aquellos servicios que no son de su competencia, porque el Gobierno regional los ignora u olvida. Y llegados a este punto he de reclamar a Esperanza Aguirre que sea consecuente con su discurso. El otro día, la presidenta de la Comunidad, reclamaba que se eliminaran las "duplicidades" de servicios. Reclamaba, por ejemplo, suprimir el ministerio de Sanidad, porque era competencia exclusiva de las comunidades autónomas. Pues entonces, señora Aguirre, sea consecuente. Cumpla con las competencias que tiene otorgadas. Y, por favor, que nadie reclame a los ayuntamientos que suplan con sus recursos las carencias de servicios exigibles a otras administraciones.

Doy un paso más. Aguirre, que prefiere el funambulismo de la demagogia al compromiso del político consecuente, añadió en esas declaraciones que "en tiempos de bonanza" esta situación podía aceptarse, pero que ahora ya no es asumible. Asumo una parte del argumento pero rechazo el aroma ideológico que subyace. Es cierto que, ahora, hay que mirar con microscopio cada euro que sale del bolsillo público. Pero mucho cuidado porque, además de no ser consecuente, Aguirre no parece reparar en las consecuencias.

Con la Sanidad no conviene escatimar esfuerzos. Ni en tiempos buenos, ni en tiempos regulares, ni en tiempos malos. Entre otras cosas, porque las consecuencias de un mal servicio de ambulancias pueden ser irreparables, inasumibles e irresponsables. Recortar gasto se puede recortar, pero depende en qué.

Si mi talante tendiera a polemizar por todo en vez de gestionar la ciudad podría saltar a la palestra de la demagogia para tratar de desvirtuar al verdadero debate de fondo. Si fuera un demagogo exigiría, por ejemplo, que Aguirre quite el centenar de coches oficiales que tiene el gobierno regional. Es más les diría que yo también prescindiría del único que tengo. Y ese dinero lo destinados a servicio de transporte sanitario.

Pero esa no es mi forma de entender la política. En la vida, y especialmente en esta labor pública, conviene ser consecuente, pero solo se puede estar en política si tenemos el coraje de asumir las consecuencias de nuestras decisiones.